Concursos, deporte y demás actividades lúdicas son un buen comienzo para que los pequeños y adolescentes desfoguen su energía.

Y es que los daños en jardines, bombillos, ascensores y vehículos, el desaseo y el ruido se convierten en las quejas recurrentes a los administradores y a los padres de familia, convirtiéndolas, en muchos casos, en problemas más graves. Si son casos del día a día es hora de tomar medidas drásticas para evitar problemas que afectan la convivencia como riñas, música a alto volumen y posible consumo de drogas, licor o alucinógenos, advierte Germán Molano, presidente del Colegio de Administradores de Propiedad Horizontal.

¿Y los padres qué?

Es un grave error dejar a su suerte a los hijos, sin mantener control sobre ellos, confiando en la seguridad que les produce el vigilante del conjunto. Y la bola de nieve crece cuando no aceptan las quejas de los vecinos ni los requerimientos de la administración sobre el comportamiento de los pequeños o sus amigos no residentes.

En la mayoría de los casos, los padres asumen las quejas y los llamados de atención de forma negativa pues consideran que sus hijos son unos santos, agrega Molano, quien de todas formas considera que en el castigo no está la solución.

Actividad, el mejor remedio

De hecho, en muchas copropiedades se han logrado excelentes resultados con los menores manteniéndolos ocupados en torneos deportivos, juegos de salón, cursos de pintura, concursos de baile y de graffiti (controlados) con premios interesantes para evitar el ocio nada constructivo.

Apoyo profesional

La ayuda de profesionales en distintas disciplinas (sicólogos, docentes, terapeutas, etc.) resultará muy útil para el administrador y el comité de convivencia, afirma el abogado Andrés Martínez. De ahí la importancia de aprovechar los equipamientos comunales (parques, salón, canchas, tenis, ping pong, squash) para desarrollar actividades deportivas y lúdicas. Esto, obviamente, acompañado de la creatividad del administrador, vital cuando se trata de inmuebles con espacios limitados o nulos, explica Martínez.

Por ejemplo, crear bibliotecas y bancos de películas donde cada residente aporte un libro o preste una película y realizar cineclubes son excelentes y económicas opciones. Los cursos vacacionales dentro del conjunto como natación -si hay piscinas-, danzas, música y artes manuales (plastilina, origamy y globoflexia), entre otros, los ayudan a desarrollar destrezas, los mantienen ocupados y de paso permiten mejorar la convivencia sana, concluye.